Crónica sobre mis primeras impresiones de Brasil: un Brasil sin playa, con bastante frío, mate y gaúchos.

Nuestra llegada a Brasil

Antes que nada, te cuento: entramos y salimos de Brasil el 5 de junio para conocer (o recordar, porque vinimos hace algunos años) el lado brasileño de las Cataratas. Si querés saber de esa visita, pasá por acá. Poco más de una semana más tarde – el 11 de junio – volvimos a entrar en Brasil pero para quedarnos un tiempito. Lo hicimos por una frontera poco popular: por la de Santo Tomé (Arg.) – São Borja (Brasil), o sea, por acá:

Cruzar por una frontera menos transitada tiene la ventaja de que hay menos gente en las filas para hacer los trámites migratorios, pero si hacés dedo como nosotros, se te puede hacer un poco más difícil conseguir quien te lleve. Aún así, no demoramos demasiado en hacer un primer tramo hasta las afueras de São Borja y después otro hasta una ciudad pequeña de nombre Nhu-Porã, donde paramos a almorzar.

Por qué cruzamos a Brasil por ahí

Resulta que Mariel estuvo trabajando dos meses en Porto Alegre hace unos años y tiene en la ciudad y alrededores amigos y familia con los que quería reencontrarse. De hecho, ahora te estoy escribiendo desde Montenegro, muy cerquita de Porto Alegre, donde vive uno de sus amigos más cercanos, Víctor, que nos está recibiendo en su casa. La ruta que pasa cerquita de São Borja es la 287 y si la seguís en el mapa prácticamente se cae adentro de Porto Alegre.

Pero volviendo al relato, estábamos en Nhu-Porã, almorzamos y salimos a la ruta nuevamente. Ahí esperamos poco menos de media horita y conseguimos otro tramo hasta Santiago, desde donde al rato empezó a caer la tarde y tuvimos que terminar la jornada dedística. No fue muy productiva si lo analizamos friamente según la cantidad de kilómetros que avanzamos en el día, pero realmente disfrutamos la experiencia desde lo humano: podríamos haber tomado directamente un colectivo desde São Borja a Porto Alegre ni bien cruzamos la frontera, pero nos hubiéramos perdido la posibilidad de hablar con la pareja que nos llevó en el primer tramito desde la frontera y nos dio toda su buena energía para el viaje, o de cruzarnos con los locos que venían en bicicleta y pidieron una selfie con nosotros, después no hubiéramos podido conocer otra cara de Brasil a través de unos cazadores que nos levantaron pero no nos dieron ni bola. Nos llevaron en su 4×4 unos 30 kms. hasta la pequeña ciudad donde almorzamos y pudimos conversar bastante con el dueño del lugar, donde comí mi primer arroz con feijão, aunque después vendrían – y van a seguir viniendo – muchos más:

Mi primer arroz con feijão en Brasil (los porotos los trajeron después y se perdieron la foto)

El mejor tramo fue con la tercera persona que nos levantó, cuyo nombre no sabría reproducir: con él hicimos poco más de 100 kms. y tuvimos una charla profunda en donde por primera vez (después vendrían varias más) un brasileño nos transmitió la pena que siente por el complicado momento político y económico que ahora atraviesa su país, lamentando también el potencial que tienen al ser un país tan rico en territorio y recursos. Compartimos ese sentimiento con él y creo que como hermanos sudamericanos padecemos de muchos de sus mismos males, la corrupción como uno de los principales.

Brasil sin Playa

Así fue que llegamos a Santiago y ahí estuvimos varias horas, por lo que pude confirmar algunas de las cosas que me habían llamado la atención en el día. Te dejo una foto para que vayas pensando y ahí te cuento en breve:

Chimarrão, no mate

¿Qué es lo primero que te resulta extraño para una foto de Brasil? Água Quente, ahá, sí, podés intuir que significa caliente, ¿y para qué es? Te doy una pista, ni para té, ni para café, es para chimarrão; en Argentina usamos esa agua y a esa temperatura para el mate, que es bastante parecido. Por si te preguntás qué corno es eso, acá lo tenés:

Chimarrão con yerba mojada en forma de Brasil (?)

Ahá, ¿parecido, no? Bueno, más o menos supongo. Si bien en la foto no se ve tan claro, la cuia (el recipiente) es bastante más grande que el mate y la yerba que usan es parecida a la que usamos en Argentina, sólo que la trituran bastante más, por lo que toma un color verde un poco más llamativo (para mí parece verde radioactivo, pero es un delirio mío tal vez). Usan bastante más yerba en cada preparación y por eso pueden tomarse entre 1 litro y 1 1/2 litro de agua sin tener que cambiarla.

Ropa de Gaucho o de «Gaúcho»

Lo otro que quería que deduzcas de la foto es la ilustración del pibe tomando mate: ¿notás la vestimenta? Te ayudo: tiene botas, sombrerito, pañuelo al cuello y… ¡bombachas de gaucho! Es un «gaúcho» (se pronuncia algo así como «gaúsho») y esa es la vestimenta característica de Rio Grande do Sul o bien, como muchas veces ellos se denominan, de la República Riograndense. Como verás, en el sur de Brasil tienen muchos más parecidos con Argentina que en otras partes del país y recibieron esa mágica bebida de los guaraníes cuya materia prima es la Ilex paraguariensis. Son muy orgullosos de su estado y su cultura y eso se nota.

¿Frío en Brasil? ¡Nah!

Ah sí, ¡chupate esa mandarina! El Domingo 12 de Junio llegamos a Porto Alegre con una temperatura cercana a los 0°C, ¿qué tul? Decir que veníamos preparados para un poco de frío, pero casi nos quedamos cortos con la ropa que trajimos. Lo peor de todo es que la gente nos cuenta que las temperaturas son un poco más bajas de lo habitual y las casas no están preparadas para eso, por lo que en los distintos hogares donde nos quedamos no tenían ningún tipo de método para generar calor, ni calefacción, ni estufas eléctricas, ni salamandra, ni hogar a leña, nada. Te soy sincero, extraño un poco esa sensación tan linda de calidez cuando uno llega a la casa y está calentita, con una estufita prendida y da tanto placer el retorno al «hogar» (palabra que viene del fuego, casualmente).

Así es que acá estamos en el sur de Brasil y aún con bastante frío. Pero el frío del ambiente es compensado por el calor de la gente: en cada lugar donde nos reciben, las personas nos hacen sentir como en casa y eso es lo más importante para nosotros cuando viajamos.

Se vienen las Sierras Gaúchas

¿Y cuándo se van a la playa estos locos?, te podrás estar preguntando. Bueno, todavía no che. Resulta que en el estado por donde andamos ahora hay una zona denominada «Serras Gaúchas» (acordate que se escribe así con tilde y se pronuncia algo así como <gaúshas>) en donde, además de bastante frío en esta época de invierno, hay viñedos como los de Bento Gonçalves, pueblitos alemanes pintorescos como Nova Petrópolis y Gramado, estaciones de esquí, un parque que tiene un cañón espectacular que se llama Itaimbezinho:

Y mucho más. Brasil es todo un continente y a cada paso que damos nos recomiendan nuevos lugares para conocer, así que antes de llegar a donde hay playa todo el año o al mismísimo Amazonas parece que quedan varias escalas, ¿nos acompañás? 


Esta fue la primera entrega de varias que vendrán de nuestro recorrido por Brasil de Sur a Norte de vaaaaarios meses. Si querés enterarte cada vez que publique una nueva entrada, te podés suscribir acá. Y, como siempre, si te gustó el post, te invito a compartirlo en redes sociales. Finalmente, si tenés algo para aportar a los otros lectores o algo para preguntarnos, podés usar los comentarios, un poco más abajo 😉