En este relato, Atrapa tu Sueño, te cuento cómo conocí a la familia Zapp y a muchos otros viajeros maravillosos en el encuentro «Entre Viajes y Sueños» en Los Cardales que tuvo lugar, ni más ni menos, que en casa de los Zapp.

¿Conocés a la familia Zapp?

La verdad es que ellos son una leyenda viviente en el mundo de los viajes. Herman, Cande y sus cuatro hijos han sido una gran fuente de inspiración para muchísimas personas y su historia es conmovedora y apasionante. Podría decirse que son bastante «famosos». Si por casualidad aún no los conocés, seguí leyendo que te voy a ir contando un poco más de ellos.

Vos sabés que, a diferencia de la mayoría de los viajeros que estaban presentes en el encuentro, yo no había leído hasta ese momento el libro de los Zapp, llamado «Atrapa tu Sueño». Te cuento un poco de qué se trata.

Atrapa tu Sueño, el libro de la familia Zapp

En este libro, ellos cuentan sus peripecias, reflexiones, aprendizajes y mucho más sobre su primera gran hazaña: recorrer más de 70.000 kms. en un auto Graham Paige del año 1928, llegando de Argentina a Alaska en casi 4 años y teniendo a Nahuel Pampa, su primer hijo, en el camino.

El libro es apasionante, está relatado con humildad, sencillez y con un gran corazón y narra toda su evolución a lo largo del viaje, durante el cual vendían una versión previa del libro – además de pinturas hechas por Cande y de realizar otras ventas y actividades para poder seguir avanzando -, que luego enriquecieron con todas las vivencias que le faltaban y le dieron además un enfoque inspiracional, que alienta y moviliza a las personas a ir tras sus sueños.

¿Qué pasa cuándo ya «atrapaste» tu sueño?

Para Herman y Cande, cumplir un sueño no es el final sino que el cumplirlo da lugar al nacimiento de uno nuevo y así fueron atrapando un sueño tras otro, lo que los ha mantenido viajando de manera casi constante durante los últimos 16 años desde que salieron de su casa el 25 de enero del año 2000.

En el camino tuvieron tres hijos más: Lucas Tehue, Paloma Huyaa y Marco Wallaby y estiman completar su vuelta al mundo dentro de dos años, justo antes de que «Pampa», el mayor, llegue a los 15 años. Y si bien su viaje inicial duró casi 4 años en vez de los 6 meses que creyeron que duraría inicialmente, ahora los Zapp tienen bastante más experiencia, así que puede ser que esta vez no se vayan tanto de lo estimado, aunque con seguridad dejarán que su viaje  y con éste sus vidas – fluya como lo viene haciendo todo hasta ahora.

El encuentro que iba a ser

El sábado 20 de Diciembre de 2014 tendría lugar un encuentro viajero formidable de dos días en el campo que arrienda Alex, amigo de la familia Zapp, en Los Cardales. Estaba la posibilidad de que quienes tuvieran ganas pasaran la noche allí en carpa y mucha gente vendría de lejos, por lo que varios aprovecharían esa oportunidad, sin lugar a dudas.

El evento fue organizado conjuntamente entre los Zapp y quienes conformamos el equipo de La Comunidad Viajera, un grupo de Facebook en donde más de 100 blogueros de viajes difundimos nuestros contenidos de una manera conjunta. El equipo de «La Comu» (así le llamamos a este lindo grupo) creció ante todo como un grupo de amigos con intereses en común y los lectores crecieron a la par: hoy nos siguen más de 40.000 personas. De todos ellos, había más de 500 asistentes confirmados y el encuentro prometía ser memorable.

Estaban convocados varios viajeros y bloggers – hoy se nos suele llamar «travel bloggers» – y había muchas charlas organizadas con distintas temáticas a cargo de algunos referentes del área, experimentados en las distintas «artes» de los viajes como hacer dedo, viajar en moto o en bicicleta, entre otros. Además, habíamos organizado varias tertulias, que consistirían en rondas más dinámicas y participativas, moderadas también por viajeros que tuvieran experiencia en los temas pautados como ser: distintas formas de alojarse al viajar, la fotografía y los viajes  o cómo financiarse viajando, sólo por mencionar algunas.

El encuentro que resultó

El pronóstico climático venía amenazando con aguar el evento desde mucho antes que el día del mismo llegue: diez días antes ya había augurios de tormenta, continuaban tras una semana, seguían días después y finalmente un par de días antes del evento, se decidió cancelarlo.

Pero varios viajeros venían de bastante lejos, no sólo desde distintas partes de nuestra extensa Argentina, sino también de algunos países limítrofes como Chile o Uruguay, por lo que para cuando se tomó la decisión de cancelar, ya estaban en camino. Inclusive, algunos de ellos ya habían invertido en pasajes. Además, como no había más formas de comunicarse con los asistentes que el evento creado en Facebook o los mails de quienes confirmaron su asistencia, por más que se avisara un par de días antes, muchos no llegarían a enterarse a tiempo.

A pesar de haberse anunciado la cancelación, Herman no quiso abandonar a los que ya estaban en camino y ofreció su casa para todos aquellos que fueran llegando, incluidos Mariel y yo. En paralelo, Alex hizo la «contra-cumbre» – así la llamó él –, recibiendo a los que fueron llegando y tratando de replicar algunas de las dinámicas que tendrían lugar en lo de los Zapp, donde finalmente se hizo el encuentro…

Llegando a casa de la familia Zapp

Lamentablemente, el pronóstico climático se cumplió con todo éxito y el sábado amaneció a pura lluvia y se mantuvo durante casi todo el día. Sin embargo, esto no nos detuvo a los alrededor de 100 asistentes que estuvimos entre el sábado y el domingo: algunos fueron el primer día, otros el segundo y muchos nos quedamos los dos días.

Con Mariel nos habíamos quedado la noche del viernes en Pilar, donde viven mis viejos, a poco más de 20 kms. del lugar del encuentro, por lo que no éramos de los que habían hecho un largo viaje para asistir, sino que llegamos en menos de una hora de colectivo. Al bajar del mismo, con las indicaciones de Herman Zapp, llegamos rápidamente a su casa, tomando un atajo por un camino de tierra bien embarrado, siguiendo también las sugerencias de un vecino de la zona.

En casa de los Zapp

La verdad es que cuando comenzó el día no sabíamos qué íbamos a encontrarnos, pero estábamos decididos a enfrentar la tormenta para ir a Los Cardales de todas formas. Pensábamos que tal vez acamparíamos en el barro con otros cuantos «locos» que querían ir o que tal vez no hubiera nadie, pero teníamos nuestras mochilas y la carpa, por lo que estábamos dispuestos a encarar para donde el agua y el viento nos lleven.

Grande fue nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta de que finalmente conoceríamos en persona a los Zapp y que, además, seríamos recibidos en su casa. Sólo faltaba allí su famoso auto Graham Paige del año 1928, que se encontraba en ese momento en África, esperando allí el retorno de sus dueños en un par de meses para completar con ellos su primera vuelta al mundo.

Hospedando maravillosamente a más de 50 personas

Si bien no imaginaba otra cosa, no dejó de sorprenderme la actitud de Herman y Cande: en todo momento se mostraron sonrientes y contentos de recibirnos a todos: si bien éramos muchísimos, en ningún momento se los vio inquietos o nerviosos por tener tanta gente en su hogar.

Nuestros anfitriones no sólo nos hicieron sentir como en casa en todo momento, sino que también nos entretuvieron a todos con sus cientos de anécdotas y se interesaron por nosotros, haciendo foco en nuestros proyectos viajeros y alentándonos a atrapar nuestros sueños, a dar el primer paso para hacerlos realidad.

Los «círculos mágicos» de Herman

Durante el día uno del encuentro y después de un almuerzo comunitario, Herman nos llamó a todos y nos pidió que armáramos un círculo bien grande. Él nos contaba que tomó esta tradición de los indios pieles rojas de Norteamérica, quienes en rondas como la que protagonizamos daban y recibían abrazos e intercambiaban entre ellos plumas de águila, contando una historia cada uno al recibirla.

Como les decía, la ronda de abrazos era ida y vuelta, por lo que nosotros abrazamos y éramos abrazados por cada uno de los que la integraban, lo cual descontracturaba mucho el ambiente, en el que la mayoría no nos conocíamos previamente, favoreciendo así el acercarnos, abrirnos y compartir con el resto lo que surgiera de nuestro interior: una reflexión, una historia, un sueño o todo lo anterior; todos teníamos nuestro turno para expresarnos.

Así, con tanta linda energía en el aire, todos nos fuimos presentando y compartiendo con la comunidad viajera una anécdota, miedos, proyectos de viajes y mucho, mucho más.

Cuando esta actividad se repitió al segundo día, se notaba que muchos vínculos se habían formado, que habíamos podido conocernos mejor y, por lo tanto, el abrazo era más sentido aún, más cercano y profundo.

Pampa toma la palabra

Luego de que todos nos abrazáramos y presentáramos, Herman nos presenta a su primogénito, su hijo mayor y el único que nació durante su primer viaje, me refiero a Nahuel Pampa Zapp, un joven de 12 años que tenía en su haber muchos más países conocidos que primaveras.

Con su sencillez, Pampa tomó protagonismo rápidamente como un gran orador y nos conmovió contándonos historias de personas, lugares y animales que pudo conocer con su familia, teniendo cada día un jardín distinto al lado del legendario «abuelo Graham». Él tiene, al igual que sus padres, amigos por todo el globo y se lo ve pleno, feliz de haber podido vivenciar tanto y así no sólo conocer el mundo a través de libros y relatos de otros.

El joven Pampa es educado en viaje al igual que sus hermanos, así que además del irremplazable aprendizaje que recibe al vivir viajando junto con ellos, compartiendo con personas de distintas culturas alrededor del mundo, Herman y Cande son quienes se aseguran de que sus hijos incorporen y acrediten todos los contenidos que el estado argentino establece como indispensables para la educación de los niños. Una buena combinación, ¿no?

Balance del encuentro

En esos dos días en casa de esta familia maravillosa pude conocer a muchos otros viajeros (creo que entre todos teníamos kilómetros andados como para pegarle varias vueltas al globo), cada uno con historias de vida apasionantes, muchos con miedos, con incertidumbre y todos sin excepción con sueños; ese creo que era el denominador común. Todos los que estábamos allí teníamos un sueño a cumplir y siento que la causalidad hizo que cayéramos en el lugar correcto: la energía en el aire era muy especial y Herman y Cande son personas muy inspiradoras, llenas de optimismo, de humildad, de energía positiva y de VIDA.

Eso sí, para los que crean que personas como ellos no tienen miedos, les cuento que ellos mismos aseguran que los tienen como cualquier persona, sólo que la gran diferencia es que no dejan que eso los detenga sino que, por lo contrario, avanzan con fe en que las personas buenas son mayoría y que nada está en contra de un sueño. Cierro esta entrada con una de las tantas frases de los Zapp de las cuales me gustó muchísimo el mensaje:

Lo contrario de bueno: malo. De blanco: negro. ¿Y de sueño? ¡No hay! #hermanzapp Share on X

Este fue mi relato luego de conocer personalmente a la familia Zapp y espero que te haya gustado. Por si querés saber más sobre los Zapp, te dejo el link a su sitio: https://www.argentinaalaska.com/, donde tenés la info para comprar su libro por si te interesa.

Finalmente te pregunto: ¿ya conocías a los Zapp? ¿Qué te pareció su historia?