Relato de mi vuelta a las Cataratas del Iguazú luego de casi 20 años.

Acerca de las Cataratas del Iguazú

¿Qué te puedo contar de este lugar que no sepas ya? Voy a ser breve porque seguro que si no fuiste, sabés bastante de estas famosas cataratas, vamos con algunos puntos principales:

  • Están protegidas dentro del Parque Nacional Iguazú en la provincia de Misiones y cerca de la localidad de Puerto Iguazú desde el año 1934, que alcanza una superficie de más de 67.000 hectáreas.
  • Desde el año 1984 las cataratas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en el 2011 fueron seleccionadas como una de las siete nuevas maravillas del mundo en la votación internacional New Seven Wonders, probablemente hayas escuchado hablar de eso.
  • Están alimentadas por el Río Iguazú, que desemboca en el Río Paraná.
  • Las cataratas son compartidas con Brasil y de su lado están protegidas en el Parque Nacional do Iguaçú, cerca de la ciudad de Foz do Iguaçú. Generalmente, los visitantes las recorren de ambos lados, porque se tienen vistas complementarias de los saltos.
  • En la región donde se encuentran, la cultura que habitaba (y habita aún) es la guaraní y, de hecho, el nombre «Iguazú» viene de la lengua de ese pueblo que significa «aguas grandes».
  • Su riqueza de flora y fauna es notable: más de 90 especies de flora y 2000 de fauna autóctonas habitan en la zona.

Ahora sí, mi vuelta a las Cataratas del Iguazú

Ah, ¿en qué estábamos? Yo les quería contar lo que sentí al volver a las cataratas después de varios años. Resulta que había ido hace bastante con mi vieja, justo después de que ella y mi viejo se divorciaran, a mis 12 años más o menos (como para que te des una idea, estoy ahora acariciando los 30). Tengo muy buenos recuerdos de ese viaje, que fue el primero que hicimos solos ella y yo: me acuerdo de haber navegado en gomón por el Río Iguazú, empapándome con el agua de las cataratas, recuerdo nuestro paso por el lado brasileño con vistas panorámicas de los saltos, tengo algún recuerdo también admirando rocas de colores y formas muy caprichosas en las Minas de Wanda y se me viene alguna imagen de mis zapatillas y piernas manchadas de tierra roja cuando estábamos yendo a conocer las Ruinas de San Ignacio, cuyas paredes rojizas hacían juego con esa tierra misionera, también roja, tan particular. Además, me acuerdo de que nos quedamos en Foz do Iguaçú, porque por precios similares a los de Argentina había hoteles más completos (con más estrellas digamos), con el plus de esos desayunos kilométricos brasileños que dejan a los nuestros pidiendo disculpas: frutas, yogures, quesos y fiambres, jugos naturales, cereales, huevos y todo lo que se te ocurra y lo que no se te ocurra, también.

En ese momento y en esa visita a las cataratas era chico y, como tal, me dejé llevar. Aún así, recuerdo muy bien el poder del agua, ese sonido envolvente e imponente, esa magnificencia e inmensidad de la naturaleza en todo su esplendor.

Después de muchos años volví y las noté con mucha agua, bastante más de lo normal, las encontré gigantes como siempre, radiantes, poderosas, magníficas:

Y acá te las muestro con un video:

Volví y estaban más hermosas de lo que las recordaba, no me alcanzó el día para recorrer todos sus senderos, para meterme en todos sus recovecos, para retratarlas a ellas y a sus animales (especialmente a sus aves, que ahora que tengo una cámara un poco más copada me sale el ornitólogo 😛 )

Mirá, acá te presento a la urraca:

Ah, y acá un tucán:

Los tucanes son bastante difíciles de fotografiar, así que fue una combinación de suerte y de poder configurar la cámara y enfocar lo suficientemente rápido también. Al caer la tarde vimos jotes por todos lados sobre las palmeras:

Y en un árbol más cercano los podés ver un poco mejor (esto fue más tempranito):

Y este es el famoso coatí, conocido por robar comida a los visitantes abriendo carteras, bolsas  o arrebatándola directamente de sus manos. Parecen bichitos adorables, pero son salvajes, así que no hay que confiarse:

Ahora bien, cerrando el paréntesis fotográfico, lo que quería transmitirte es que volver a un lugar después de unos años cuando uno ha viajado mucho en el medio es redescubrirlo, es mirarlo con otros ojos, porque cuando uno viaja, al volver ya no es el mismo. No sólo eso, sino que el lugar y su gente también cambian, porque el cambio es la ley en este mundo. Sí, puede conservarse mucho del lugar cuando el tiempo pasa, pero nunca será igual.

Mi vuelta a las Cataratas del Iguazú fue entonces volver a los recuerdos de mi infancia que tenía de ellas, volver a mí mismo, redescubrirlas y al hacerlo, conocerme un poco más también. Volver a las cataratas con otros ojos me permitió captar otros matices con mis sentidos y poder retratarlos. Hoy tengo más herramientas para compartir esa experiencia, tanto con palabras como con imágenes y eso le da una nueva perspectiva a todo lo vivido.

Uno puede visitar todos los países de este mundo, pero al completar la vuelta, muchos habrán cambiado, tanto que nos obligaría a replantearnos si realmente los conocemos. Viajar es apasionante y creo que lugares como las Cataratas de Iguazú hay pocos en el mundo, es así que creo que habría que visitarlas cada tanto para disfrutarlas en cada uno de sus incontables estados, para recargar energías, para recordar el poder de la naturaleza y lo insignificantes que somos al lado de ella, aunque nos creamos magnánimos.

[note]

Si después de leer el relato querés algo de información útil para planificar una próxima visita, te recomiendo este artículo de Touristear.com que te dan mucha data para visitar las Cataratas del Iguazú.

[/note]