Estas son las crónicas de viaje de nuestra primer semana viajando por Argentina, Bolivia y Perú. Recorrimos en estos primeros días la provincia de Córdoba, habiendo salido en tren de la ciudad de Buenos Aires.
Día 0: Miércoles 1 de Enero de 2014
Previa de «El Gran Viaje»
El 1er día del nuevo año fue dedicado casi íntegramente a los preparativos del viaje. Por la noche terminé de armar la mochila, la cual pesaba 19 kgs (volveremos sobre esto más adelante, pero sé lo que deben estar pensando). Puse la que por un tiempo sería mi casa en mis hombros por primera vez en el año y fui a dar una vuelta de 15 minutos en un terreno llano y sencillo. Las pruebas finalizan exitosamente. Todo estaba listo.
Día 1: Jueves 2 de Enero de 2014
Comienza «El Gran Viaje»
No sabría contarles qué hice hasta las 6 de la tarde, cuando me llevaron a la Estación Retiro a tomar el tren, porque todo fue muy rápido y mi mente desde ya hace muchos días estaba de viaje, pero de cualquier manera podemos omitirlo, ya que no creo que les interese demasiado.
Llegamos fácil y rápidamente a Retiro en el auto con mis viejos alrededor de las 19.15 hs, bastante temprano considerando que el tren saldría a las 20.40. Ni bien llegamos, fuimos a Ferrocentral, la concesionaria del servicio, para ver si había demoras. Nos dicen que el tren sale a horario y consultamos cuánto tardaría en llegar, ya que era un factor de incertidumbre: Distintos testimonios indicaban que podía tardar desde 14 hasta 24 horas. En Ferrocentral nos dicen que tardaría 20 horas, lo cual se cumplió en nuestro caso.
Como teníamos tiempo, mis viejos me invitaron a tomar un café (finalmente terminó siendo una segunda merienda, ya que vino acompañado de 3 medialunas) en el Café Retiro. Al entrar, uno se transportaba a comienzos del Siglo 20: La estética del lugar era muy distinta a todas las demás opciones de la estación, mucho más sencillas; el café (ahora me refiero a la infusión y no al lugar) era muy bueno y un pianista tocaba en vivo para todos nosotros. Fue una hermosa despedida a la ciudad de Buenos Aires, la cual no vería por varios meses.
Minutos más tarde, llegó al café Mariel (mi novia y compañera de viaje) con su padre y hermana, quienes junto con mis padres nos acompañaron a abordar el tren minutos antes de su hora de partida.
La primera sorpresa nos llega minutos más tarde, cuando nos informan que debemos despachar nuestras mochilas. Esto me sorprende, especialmente porque meses atrás, en mi viaje en tren a Bahía Blanca, viajé con mi mochila a bordo sin ningún inconveniente. Esta vez no sería posible, así que en pocos minutos pasamos todo lo indispensable (y de valor) a mi mochila de 30 litros y abordamos al tren con la misma. Nos asignan el coche 201 y en el mismo un asiento triple, con los números 31, 32 y 33. Ya sabíamos que el asiento 31 quedaría libre, pues estaba asignado a Eduardo, un amigo nuestro que sacó los pasajes para comenzar el viaje con nosotros y finalmente por una oferta laboral decidió postergarlo.
A las 20.50 el tren finalmente se pone en movimiento. Buena noticia: Tenemos ventiladores. La noche transcurre tranquilamente con dos niñitos que estaban justo delante nuestro y que con frecuencia se daban vuelta y nos saludaban enfáticamente, replicando nosotros con una sonrisa. Este episodio se reiteró en numerosas oportunidades durante la noche hasta que los mismos se durmieron. Al mismo tiempo, se escuchaba una armónica a lo lejos y un poco más cerca una guitarra, acompañada por tres voces femeninas. De manos de este cuarteto disfrutamos de hermosas canciones.
A las 23 se apagan las luces: Es la hora de dormir. Sin embargo, varios se resisten jugando a las cartas (con una linterna), charlando o escuchando música (sin auriculares). La resistencia al sueño dura unas dos horas. Ahora sí es la hora de dormir.
Difícil resulta acomodarse para dormir los dos en el asiento, por lo que luego de un rato probando posiciones, decido inflar el colchón inflable y dormir sobre el mismo en el piso. La idea fue buena y me permite conciliar el sueño. Me despierto unas 7 horas más tarde en Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe.
Día 2 – Viernes 3 de Enero
Llegada a Córdoba
Alrededor de las 11 un banjo comienza a sonar acompañado de las tres voces femeninas ya mencionadas. De fondo se escuchaban, de la otra punta del vagón, dos guitarras y una armónica. No pasó mucho tiempo hasta que la música los uniera a todos: A los ya presentes se sumó un cajón peruano y varias voces más. Esto, señores, es uno de los mayores privilegios de viajar en tren en Argentina en clase turista. El repertorio era predominantemente Beatle, pero también sonaba mucha música Country y no faltó la improvisación.
Un video es definitivamente la mejor manera de mostrarles de qué estoy hablando:
Así entre tema y tema el viaje se nos pasó bastante rápido y a las 16.30, 20 horas después de haber salido de Retiro, lento pero a la hora prometida, llegamos a Córdoba y todo por la módica suma de $30 cada uno.
Allí en la estación nos llegó la primer muestra de la hospitalidad de CouchSurfing de la provincia de Córdoba: Maxy, quien nos iba a recibir en su casa pero no pudo por problemas personales, nos estaba esperando en su auto junto con Rodrigo, un amigo de él, también de CouchSurfing. Fuimos a casa de Maxy, pudiendo conocer a su familia entre mate y mate, hablando de viajes y en particular del viaje en tren. Allí nos cuentan que la guitarreada fue posible en clase turista porque en las otras clases los guardas del tren no lo permiten y lo otro a destacar sería una teoría pero me parece que vale la pena compartirla y tiene que ver con la gran lentitud del tren en recorrer los 700 KM que separan Córdoba de Buenos Aires: Aparentemente el tren estaría obligado a ir bastante más lento de lo que las vías y las locomotoras lo permiten debido a su bajo costo comparado con los colectivos, lo que haría de ellos sin esta demora una competencia desleal para sus competidores principales (una alternativa sería el avión, pero ya apunta a otro público).
Minutos antes de las 19, Maxy se va a trabajar y nos quedamos conversando otro rato. Luego, Rodrigo nos acompaña al departamento de Marcos, quien sería nuestro anfitrión; en el camino conocemos el Parque Sarmiento. Llegamos justo para cuando Marcos estaba llegando del trabajo y nos recibe con su uniforme de las fuerzas policiales, lo que por un momento nos hace pensar que estaba a cargo de la seguridad del edificio y no que era el dueño de casa. Nos acomodamos rápidamente en la habitación que nos brindan para quedarnos y somos invitados a un asado en Villa Esquiu. Luego de comprar lo necesario, vamos al campo donde somos finalmente deleitados con un sabroso asado.
Lo más inesperado de toda la velada es que en el campo hay un colectivo reacondicionado como una especie de motorhome. Nos enteramos de que Marcos, junto con Pablo, el dueño del campo y del colectivo, su hermano Gonzalo y Diego, que estaban presentes y que cenaron con nosotros eran los protagonistas de América en Bus y que recorrerán América en ese colectivo en un viaje largo, varios con la promesa de no volver. Para quienes conozcan la historia de los chicos, sabrán que al colectivo mencionado le han dado en llamar Wayra y que la comitiva estará formada por 19 viajeros, de distintas partes de Argentina y de Sudamérica.
Alrededor de las 2 de la mañana, soy invitado a tirarme a dormir un rato, ya que luego de haberme alimentado muy bien y de haber disfrutado un par de vasitos de vino tinto, me estaba quedando dormido sentado. Tengo el honor de dormir una horita en una bolsa de dormir en Wayra, este colectivo que será protagonista de tantas historias en los próximos meses, comenzando en Febrero de este año. Así fue que alrededor de las 3 emprendemos el retorno, esperándonos en casa de Marcos un cómodo Sommier de 1 1/2 plazas, un lujo para un par de mochileros.
Día 3 – Sábado 4 de Enero
Conociendo Córdoba
Nos levantamos alrededor de las 11 hs. Charlamos mucho con nuestro anfitrión y a eso de las 14.30 cargamos la cantimplora de con agua fresca y salimos a caminar por la ciudad. Nos escoltaba un calor intenso, acentuado por estar en una gran ciudad, alejados lo suficiente de la montaña como para que la suave brisa que allí es frecuente, esté ausente.
Lo primero que nos encontramos al comenzar nuestra caminada fue “La Cañada” y luego pasamos por El Cabildo, la Iglesia Catedral, recorrimos la manzana jesuítica, pasamos por enfrente del shopping Patio Olmos (no hubo ni la mínima intención de ingresar), el Teatro Libertador y tomamos la diagonal Yrigoyen para conocer el “Paseo del Buen pastor”, que supo ser una cárcel de mujeres y mutó en un lugar bastante bonito, con distintos bares y espacios culturales que incluían pinturas expuestas, varias de ellas al aire libre. Finalmente llegamos a lo que más nos impactó del día que fue la Iglesia de los Capuchinos: Es sin duda una de las más bellas y coloridas que haya visitado, tanto por dentro como por fuera.
Luego del City Tour, llegamos a nuestra base de operaciones, donde reponemos fuerzas con un plato de fideos que fue devorado casi a las 18 horas, evidentemente, estando de viaje los tiempos se corren un poco de lo habitual. A la hora nos pasó a buscar un Quique, quien fue durante toda su vida, uno de los mejores amigos de mi padre, quien falleció hace ya casi 4 años. Pude contactarme con él desde Buenos Aires y sentía que encontrarnos iba a ser una experiencia bastante emotiva y movilizadora. Así fue.
A Quique lo había visto por última vez teniendo yo 7 años (o sea, que desde esa oportunidad pasaron casi 20 años) y nos reencontramos con un fuerte abrazo que es difícil de describir con palabras, decía muchas cosas. Charlamos con él varias horas mientras nos llevó de paseo por Sierras Chicas: Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo y Río Ceballos. Desde allí emprendimos la vuelta y nos invitó una parrillada memorable en la zona del Parque Sarmiento en la ciudad de Córdoba. Previamente, nos llevó a conocer la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Córdoba donde sus hijas estudiaron traductorado de inglés, igual que mi novia Mariel.
Luego de la cena, Quique nos alcanzó de nuevo a lo de Marcos, donde a las 00.30 del Domingo varios de los personajes que ya les resultarán familiares (Marcos, Rodrigo, Pilar, Diego, Maxy y familia) recién estaban comenzando a cenar una carne al horno con ensaladas varias. Compartimos con ellos un ratito y después nos despedimos antes de terminada la velada porque nuestros cuerpitos pedían descanso.
Día 4 – Domingo 5 de Enero
Le llega el turno al Valle de Punilla
Por la mañana vendría a desayunar con nosotros alrededor de las 10.30 la novia italiana de un couchsurfer (miembro de la red CouchSurfing) colombiano y se sumaría con nosotros luego a un recorrido por el valle de Punilla cordobés. El tema fue que los tres (Mariel, Marcos y yo) nos quedamos dormidos: El celular de Marcos se había apagado por falta de carga y Mariel desarmó su celular de un golpe al apagar el despertador que en el mismo habíamos configurado y la italiana no había anotado qué departamento era para tocar el portero y con el sonido del mismo poder despertarnos. Lógicamente, al no poder comunicarse telefónicamente, esperó un rato y se fue.
Una hora después aproximadamente nos levantamos, preparamos las mochilas, agua y unos sandwiches para el almuerzo y partimos alrededor de las 15 para salir de paseo con Marcos. Nuestra idea era aprovechar el viaje para ya buscar a nuestro siguiente anfitrión en el pueblo de Charbonier, que queda casualmente en el valle de Punilla, de pasada por el recorrido planeado.
La primera parada en el recorrido fue en el Museo Usina Mulet. Allí había apreciamos un bello paisaje y cruzamos un puente bastante pintoresco que conducía a una estación del Tren de las Sierras. Nosotros hicimos un recorrido similar al del tren pero en auto, por lo que no lo tomamos, pero varias personas nos lo recomendaron por su atractivo paisajístico y por su bajo costo.
El recorrido siguió por Cosquín y Biallet Massé. La siguiente parada fue en Valle Hermoso, donde Marcos detuvo el auto para que apreciáramos más de cerca el Castillo Hotel Fábrega, llamativo aunque no el único castillo/hotel de la zona por lo que nos comentaban. Pudimos capturar algunas fotos del mismo.
Seguimos por La Falda y allí nos indicaron varios recorridos para hacer trekking y pasamos por el Hotel Eden, el cual tiene una historia bastante interesante, habiendo alojado a figuras reconocidas de la aristocracia argentina especialmente en el siglo XX. Se le atribuye además haber sido asilo de nazis. Pasamos luego por La Cumbre, pero no abundaré sobre este punto, ya que días más tarde llegamos a dicha ciudad para quedarnos varios días allí, por lo que habrá bastantes relatos de la misma pronto.
La última escala antes de ir a lo que sería nuestro alojamiento de los siguientes días fue en Los Cocos. Es un lugar hermoso, pero con mucha explotación turística, así que es muy poco lo que allí se puede hacer sin costo alguno. Una de las alternativas más interesantes era visitar Los Cocos Park que vendría a ser una especie de parque para niños de entrada gratuita y con una vista panorámica de la zona majestuosa. Los precios para hacer cualquier cosa dentro de ese parque eran altísimos y lo único que llamaba la atención como para invertir un poco de dinero era un monorriel que permitía tener una vista aún mejor de la zona. De cualquier manera, entendimos que no ameritaba la inversión la mejora en la vista proporcionada por este atractivo.
En el parque, los distintos muñecos más que atraer a los niños parecían tener el potencial para espantarlos. Nos resultaron bastante tétricos e inclusive Marcos comentaba haber traído a dos jóvenes de 18 y 19 años al parque habiendo tenido que rescatarlas de uno de los juegos, pues habían entrado en pánico. Sobre este lugar circula un mito urbano que indica que en el terreno donde fue edificado el parque habría habido un cementerio de niños, que habrían sufrido una muerte prematura por una enfermedad derivada del consumo de agua de la zona durante el siglo pasado.
Finalmente llegamos a Charbonier, un pueblo muy pequeño de la zona de Punilla. Allí teníamos indicaciones bastante precarias para llegar a la que sería la casa de nuestro próximo anfitrión: Sin abundar demasiado, las mismas consistían en llegar al pueblo y preguntar por Don Segundo, un viejo que vive hace muchos años en el lugar y que todos allí conocen. Teníamos además algunas indicaciones de giros, cruces de vados, arroyos, pequeños carteles y demás desvaríos.
Dicen que preguntando se llega a Roma y así fue: Luego de varios giros equivocados, de hablar con muchos pobladores y de recorrer bastante más camino del debido, llegamos a la casa de Don Segundo. Rodrigo sería nuestro anfitrión de CouchSurfing, quien estaba construyendo una casa ecológica en el terreno lindero al del famoso poblador. Sin embargo, al llegar a destino, nos informan que no iban a poder recibirnos, ya que Rodrigo se había ido a San Marcos Sierra (un pueblo vecino) a vender choripanes y que no sabían cuándo vendría. Marcos nos estuvo acompañando todo este tiempo, buscando con nosotros y por si todo lo anterior fuera poco, nos alcanzó hasta Capilla del Monte, ubicándonos en un camping del lugar alrededor de las 9 de la noche. Al día siguiente Marcos tenía que trabajar, aunque no le faltaban ganas de quedarse allí a pasar la noche con nosotros en la naturaleza.
Al pie del Uritorco, acampamos en el Camping El Ranchito. Allí encontramos mucha paz, ya que su dueño no permitía la música alta, la cual es muy frecuente en los campings de la provincia, generalmente proveniente de los autos de los acampantes. Con algunos problemas para clavar las estacas de la carpa en el pedregoso terreno, nos arreglamos para armar la carpa en poco más de media hora. Ya acomodados, abonamos nuestra estadía en el lugar y comimos fruta y sandwiches que nos habían sobrado del día. La noche finalizó a metros de nuestra carpa, al costado del río, a donde se tiene acceso desde el camping, disfrutando de una noche fresca pero agradable, acompañados en ese lugar por la luna y las estrellas, muchas de ellas podían apreciarse allí en la montaña, en la naturaleza. La diferencia de su percepción desde una gran ciudad es asombrosa.
Día 5 – Lunes 6 de Enero
Capilla del Monte, cuna del Uritorco
Nos levantamos alrededor de las 8 y compramos un paquete de medio kilo de galletitas dulces surtidas que nos acompañaría casi todo el día. Nuestra idea era ascender el Uritorco, pero nos informan que el ascenso costaba $100 por persona, lo cual nos parece un despropósito, sobre todo considerando la enorme cantidad de sierras y montañas que pueden escalarse en Argentina de manera gratuita. Entendemos que el costo tiene que ver con el misticismo que rodea al Uritorco (para quienes no estén al tanto, les comento que en este lugar se dice que han habido numerosos avistamientos de OVNIs) pero no deseábamos colaborar con lo que entendíamos que era una injusta medida.
Consultamos por alternativas gratuitas o más económicos y nos mencionan algunos lugares turísticos más como el Dique Los Alazanes, donde seguramente habría una enorme cantidad de personas para tomar sus fotos del lugar. No nos convenció tampoco y por algún motivo, terminamos perdiéndonos y hablando con lugareños para llegar al Barrio El Faldeo, donde un grupo reducido de personas encontró su lugar en el mundo para vivir de manera sustentable con el medio ambiente, en paz y armonía con la naturaleza. Nos pareció un lugar muy auténtico, con casas muy coloridas y ecológicas, con sencillez pero también con belleza. Allí nos llama la atención, entre otras cosas, un salón vecinal llamado «Las Faldas del señor Uritorco». Nos acercamos con mucha curiosidad a tratar de averiguar qué actividades se desarrollaban allí, pero ninguno de los vecinos que contactamos supo contárnoslo, por lo que nos quedamos con la intriga.
El Faldeo se encontraba bastante escondido y llegamos allí por un sendero de montaña, pero al haber vehículos, entendemos que tendrían que tener algún camino para llevarlos al pueblo de Capilla del Monte, el cual no conocíamos de día aún. Siguiendo las indicaciones de los vecinos, todos muy amables, logramos llegar al pueblo, no sin antes pasar por una Aldea Policial (no sabemos aún que función cumplía) y por el barrio La Toma. Allí, en la parada de colectivo nos encontramos al mediodía con Tiaga, una traductora pública (la carrera que Mariel se encuentra estudiando actualmente), actualmente viviendo a cuadras del camping donde nos estábamos quedando. Ella vive en Capilla del Monte hace 18 años, sin luz eléctrica hace 10. Allí dicta clases de yoga en un lugar que dio en llamar «Casa Yoga». Luego de conversar un rato con ella, nos invita a visitarla allí por la tarde para la hora del mate.
En la vuelta al camping, compramos fruta y un pan casero que luego de adquirirlo descubriríamos que no era del día, esto es, estaba durísimo y su ingesta requería mucha fuerza de voluntad. Estos y las galletitas dulces sobrantes de la mañana fueron todo nuestro alimento hasta la noche. Alrededor de las 14 horas llegamos a El Ranchito y en un ratito desarmamos la carpa para liberar la parcela cerca de las 15, según lo acordado, para no abonar un día más de estadía. Con todas nuestras cosas encima, vamos al río a disfrutarlo un rato más y luego vamos a buscar a Tiaga, a quien no encontramos en su hogar. En la esquina de su casa hacemos dedo y una pareja nos lleva hasta La Cumbre, donde nos esperaban a partir del día siguiente, sin embargo, al conseguir un aventón hasta allí, decidimos quedarnos, en vez de hacer escala en otro sitio de pasada. Casualidades frecuentes en viaje, al conductor lo conocía ya que trabajaba en la facultad en donde me gradué.
Al llegar a La Cumbre alrededor de las 19.30, nos acercamos a Información Turística y nos comentan de la existencia de un único hostel y un único camping, que en carácter de monopolio, tenían precios muy elevados. De cualquier manera, nos acercamos al hostel, cuyo encargado nos recibe luego de salir de la pileta. Le mencionamos nuestra intención de obtener algún descuento en el costo pero aún con el hostel vacío, no se flexibilizó ni un poco, nos atendió con mucho interés y nos invitó a dirigirnos al camping, si queríamos gastar menos dinero. No nos gustaron las formas ni el discurso del susodicho así que Indignados ante la falta de alternativas, con Mariel comenzamos a hablar con la gente del lugar hasta que una señora nos indica la posibilidad de acercarnos a un retiro de los monjes salesianos, al pie del Cristo, en la parte más alta de la ciudad. Ellos podrían alquilarnos una habitación por una suma más accesible o podrían prestarnos su terreno para acampar.
Llegan los reyes magos en camello
Nos acercamos al retiro y descubrimos que no eran salesianos, sino franciscanos. Muy amablemente, nos invitan a acampar en la canchita de fútbol, cuando llegamos al lugar alrededor de las 21.30 horas. En una hora logramos acomodarnos, armando nuevamente la carpa a la luz de la luna y la linterna como la noche anterior. Nos acercamos a pedirles si podíamos usar su baño y les consultamos si por casualidad, les había sobrado algo de la cena, ya que era muy tarde y no había comercios abiertos, menos aún en una zona tan alejada de la ciudad. Fueron muy amables y generosos con nosotros y nos ofrecieron un abundante plato de arroz con salchichas, agua y mucho hielo. Dejándonos llevar descubrimos que, como muchas veces escuché, el camino provee a los viajeros que están enfocados en su viaje y confiados en el porvenir. Nos acostamos luego de disfrutar nuevamente de una bella y fresca noche, con el espectáculo natural que la luna y las estrellas brindan cada noche, con una función exclusiva ante un cielo despejado y un poco en lo alto de la montaña.
Día 6 – Martes 7 de Enero
La Cumbre
Nos levantamos alrededor de las 8 y luego de ordenar un poco nuestras cosas, nos acercamos a llevar los platos y vasos que nos prestaron, con la idea de lavarlos y de ver si nos ofrecían el desayuno. Se dio según lo supuesto y cuando nos quisimos enterar estábamos en la cocina, comiendo pan con manteca, acompañado por un café con leche y charlando con los chicos. Resulta que habían venido desde Montevideo a hacer su retiro espiritual allí en La Cumbre y se encontraron inesperadamente con la visita de estos dos mochileros. Compartimos algunas historias de viajes, nos recomendaron algunos lugares a visitar en Uruguay y les dimos algunos consejos para futuros viajes que emprenderían. Fue un muy agradable intercambio.
Con Mariel nos acercamos para despedirnos del grupo, acercándoles nuestras tarjetas personales, por si querían contactarse por cualquier motivo. Nuestro anfitrión de CouchSurfing ya nos estaba esperando, a pocas cuadras del retiro. La casa donde nos esperaba era enorme, con una cocina equipadísima, cama Sommier de dos plazas, pileta y lavarropas, demasiados lujos para dos jóvenes mochileros que veníamos de acampar con muchas menos comodidades.